El Abrazo más largo del Mundo
Este escrito fue gestado en el festival de San Juan celebrado en el Parque Avellaneda, Julio del 2019. Caí gracias a una compa de venta Puaner, Dulcinea.
En ese entonces atravesaba un proceso de depuración mental y emocional que volcaba en las hojas de una libreta. Lágrimas se convertían en tinta. Comenzaba el juego de desdoblamiento: convertirte en observador de tu propio ser, sentir.El abrazo más largo del mundo.
Parque Avellaneda. Luz de fuego. Gente bailando, percusiones sonando. Un contexto variado. También había vino, abundaba el quara; también había cerveza. Bicis estacionadas esperando a ser utilizadas. Familias. Perros. Porro. Como se ve, el contexto es muy variado.
Aunque la vista disponga de este vasto menú para entretener su mirada, hay, aún, otra manera de deleitarla. Deleitarla a ella, la mirada prejuiciosa que cree haberlo visto todo.
Allí están él y ella, fundidos en un abrazo interminable. Mi posición me permite ver la mirada de él, una mirada calma, cálida, serena, alegre. Sus brazos la abrazan y cada tanto la acaricia con la yema de sus dedos. Ella permanece inmóvil, rendida a ese abrazo. Rendida al abrazo más largo del mundo.
No sabia que existían ese tipo de abrazos. Tampoco sabia que el cariño podía manifestarse tan profundamente en un abrazo. Encima, el fuego, fuerza calórica por excelencia, capaz de transmutar todo lo que toque, oficia de marco para este momento tan especial, lo transforma en un momento aún más mágico.
Él y ella no lo saben, no saben que lxs observo. Los observo con una mirada perpleja, rebosante de abrazo, una mirada de aprendiz.
Ellxs no lo saben, no saben que, en ese preciso abrazo, me enseñan cómo se debe abrazar a un ser querido. Me enseñan qué es un verdadero abrazo.
Al culminar me descubren, descubren que los estoy mirando. Con ella nos saludamos con la mirada, con él con un gesto.
Todo terminó, el abrazo más largo del mundo llegó a su fin. El fuego, por su parte, sigue vivo.
Pluma Viajera
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