Alquimia y Café
"El cine se divide en dos partes:
La de afuera y la de adentro.
En la de afuera se pegan los carteles
Y en la de adentro está la pantalla.
Entre ambas partes está el alma;
Osea, las películas"
Daniel Salzano
En la antigüedad existió un oficio llamado Espagiria o Arquimia. Quienes lo practicaban disponían de un espacio ambientado y condicionado específicamente con los elementos adecuados, para que diferentes tipos de metales, sales - entre otros -pudieran interactuar entre sí para luego observar y ser testigo de los resultados obtenidos.
Si bien eran variadas las formas de disponer el laboratorio de experiencias, hay tres factores que los hermanaba:
▪︎La paciencia y el respeto al desarrollo de la interacción.
▪︎La contemplación y práctica del arte de vincular metales.
▪︎La intención subjetiva con la cual abordaban dicha aventura
Ahora bien, volviendo al presente, llegué anoche a la ciudad de Córdoba, sitio que, según Tomas, primer persona junto a su madre que me abre las puertas de su hogar, alberga a la segunda institución universitaria más grande y potente del país.
"Dicen que es La Plata pero yo digo que es la de Córdoba" - afirma orgulloso, estudia para el profesorado de inglés y ciencias políticas.
Algo comienza a desmoronarse o fisurarse ni bien arranca este viaje. En ciudad autónoma de Buenos Aires suele decirse que las personas de Córdoba son todos fachos y fachas, es decir que coquetean con creencias donde aplicar la mano dura y el fuego a las ideas populares, socialistas, está permitido.
Tanto la pareja con la que viajo, Pablo y Melan, como Tomas y Yamila, lucen simbologia peronista tanto en discursos como en imágenes que lucen las heladeras.
"Nosotros venimos de desaparecidos" - lanza Tomas mientras le expreso esta sorpresa que experimento al ver que no todo es gorilaje en Córdoba.
De hecho, tengo la fortuna de conocer el cine club municipal, ubicado en el boulevard San Juan, a pocos metros del Patio Olmos. Allí la película que reclama mi presencia es "Quemenlos", un documental donde se busca recordar el coraje y la unión de estudiantes, docentes y movimiento obrero.
El germen de la lucha fue el nuevo sistema de ingreso a la universidad de córdoba donde el mismo era dictado por las fuerzas de poder de turno, es decir gobierno militar.
Es curioso ver como las fuerzas de seguridad, y citando a Eduardo Galeano en relatos de utopía "la justicia es para quienes pueden comprarla", operan en contra del pueblo y a favor del sistema de turno sin importar quien sea quien da la directriz.
El cómo las bombas de gases lacrimogenos, palos y otras armas de fuego generan sorderas en quienes las disparan, ¡oídos sordos al grito de liberación que incluso a ellos mismos podrá alivianarlos!
Todo en piloto automático. Ante determinado estímulo, en este caso, "disturbio o desorden publico" según la tabulacion militar, se ejecuta determinada reacción sin cuestionamiento alguno.
¿Habrá humanos/as detrás de los uniformes?
¿O justamente el problema pasa por querer civilizarnos y, en consecuencia crear sistemas artificiales, para que un equilibrio aparente se sostenga?
Dice un pensador brasilero llamado Viveiro de Castro que en realidad todos de fondo somos humanos, cada ser viviente, y lo que nos diferencia a unos de otros es el grado de animalidad - y cultura - que construimos alrededor del medio en el cual nacemos y vivimos.
Hoy se cumplen 54 años del Cordobazo, movimiento social que debió ser reprimido por el ejército argentino. Aviones de guerra, cañones, metrallas llegaron el 30 de Mayo para censurar lo que a la policía local y provincial les fue imposible.
Sus prisioneros fueron juzgadas por el consejo de guerra.
Es llamativo como la tele o radio logra invertir los roles. Quienes someten son nombrados como liberadores y quienes pregonan por la libertad son los rebeldes que buscan encarcelarnos con sus ideas populares.
Otro dato también resulta curioso.
Mientras camino por las calles del silencioso, familiar y cálido barrio de cofico, doy con una avenida amplia y transitada llamada General Paz.
A diferencia de todo lo que vengo vivenciando es la primera vez que siento la energía de la ciudad autónoma de Buenos Aires en la que crecí.
Colectivos aglomerados, multitud de seres, gritos de compra y venta de dólares, calles peatonales, carteleras con publicidades, teatros, hoteles, gente pidiendo y gente evitando, gente mirando su celular y gente con mirada perdida, gente tranquila y gente apurada.
Experimento una sensación de molestia cada vez que escucho a un bonaerense decir que "Va a Buenos Aires" cuando se dirige a Caba (ciudad autónoma de Buenos Aires). Y la llamo así porque la capital de la provincia es La Plata, caba es como una extensión artificial de baires.
Un injerto que tomó la decisión de instalarse próximo a Lanus, La matanza, Lomas de Zamora, Vicente Lopez, de nimia extensión en relación al total de la República Argentina.
Así y todo, la pequeña gigante logra ser el centro de la atención y el lugar al cual numerosos seres aspiran a llegar para así poder progresar en lo que deseen hacerlo.
Es verdad, la oferta es abismal y está al alcance de la mano las veinticuatro horas del día de lunes a domingo pero el coste invisible de tener todo a disposición es la salud mental.
"El consumo te consume" previene una pared de la Avenida Caseros y José Mármol, límite entre los hermanos barrios de Boedo y Parque de los Patricios.
La insatisfacción está al acecho, las miradas se pierden entre tanta luz artificial.
Algo similar sucede con el barrio de Puerto Madero. Sus lujosos e innovadores edificios cautivan a turistas y residentes pero olvidan que él mismo, al igual que Caba, es un distrito artificial que se instaló a fuerza de "ganarle tierra al río".
Sí, lo que antes era río, muralla líquida de la reserva ecológica ubicada en la costanera sur, hoy en día es un espacio donde el lujo, autos últimos modelos, mujeres y hombres operados, discurren con un corpus de seguridad extremo.
Parece un acto de justicia, o de ecosistema, el ver a sus muñecos de carne y hueso caminar por este barrio hecho de mentiras; la cultura porteña, en algunos barrios, logró vencer al deseo imperialista.
Quiero aclarar que siento un lazo estrecho con mi lugar de origen a pesar de estas palabras que parecen decir lo contrario.
Las pizzerias que pueblan las esquinas, el parloteo incesante, el exceso de fútbol, las radios prendidas, bocinas ante el mínimo fallo del sistema, el putear en la calle al de la vereda o viceversa, las charlas de política y chimentos, el arte urbano que penetra los barrotes dogmáticos, perros meando y cagando en los árboles, encargados de edificio conversando con colegas, la birrita en la vereda conforman una verdadera obra de arte de la que el colapso parece estar a la vuelta de la esquina desde hace varios años.
Lo más más más curioso de este relato aún no lo conté y es que fue inspirado por un café.
Ojo no subestimen este arte de combinar granos molidos (material sólido) con un líquido elevado a determinada temperatura que requiere de numerosas intervenciones de quien lo prepara para obtener como resultado un brebaje de tes oscura y fragancia seductora.
"Se cree que hacer café es poner instantáneo en una taza, agua, revolver y ya está" - dice Efraim mientras vierte 15 gramos de café en una moledora -
Todo muy color de rosa pero nos confieso que ante la oferta de Efra decido declinarla, soy más del Mate que del café.
Pero luego lo escucho hablarle a la amiga de Maxi de granos, moliendas, utensilios específicos, y cae la ficha de que estoy por presenciar algo nuevo: Aquí comienza la magia o la Alquimia.
Primero aparece la pava con cuello de cisne. Esta permite verter el líquido caliente de forma dosificada. Viajo mentalmente a Marruecos. Allí los chai se servían con una boca metálica delgada y curvada al final con la habilidad de hacerlo desde distintas alturas.
Luego es el momento de los granos y su moledor (receptáculo de madera con forma cilindrica que en la tapa, externa al cuerpo principal, cuenta con una manija para girar y asi poder triturar los granos)
Eran granos extranjeros no recuerdo de donde.
"Utilizo una balanza para calcular los 15 gramos correspondientes a una taza de café
Una vez molido paso a la etapa de preparar los objetos donde el material líquido y sólido tendrán su primer y único encuentro.
Coloco la balanza que a su vez es cronómetro. Arriba de ella un envase de vidrio circular con boca ancha. Sobre el mismo un embudo que viste una sabana blanca hecha de papel manteca. La función de este es retener lo sólido para que solo la mezcla - sinergia - de ambos pueda atravesar la frontera.
Lavo el papel con agua, tiro el líquido resultante. Vierto los 15 gramos de grano molido y le riego 45 mililitros de agua.
Primero es necesario agregarle su tercera parte y dejarlo reposar unos minutos" - enseña y comparte Efra.
A partir de aquí es preciso esperar, crear la atmósfera para que puedan tener sus primeras conversaciones de forma paulatina. De estas platicas brotan las primeras burbujas color marrón que precipitan sobre el regazo de vidrio. Luego vierte 15 milímetros más, vuelve a esperar. Y culmina con 30 milímetros más.
Acto final servir el café en tazas.
Recibo la misma y obedezco la sugerencia de Efra. Dejo que mi nariz se impregne por su aroma, cedo ante la calidez de la taza y sumergo el labio inferior, le abro una de las puertas del cuerpo para que pueda bañar de estímulo las papilas gustativas.
Me pregunto si en Caba podríamos vivir de esta forma, dejar el piloto automático, conectar con los procesos, permitirles ser en lugar de exigirles algo.
Convertirnos en granos de café donde el liquido infusionado sean los estímulos externos con los cuales solemos interactuar de formar cotidiana y que la "mano" que guíe nuestros pasos sea paciente, amorosa y comprensiva.
En esta provincia Argentina hasta el lenguaje es susceptible de ser alquimizado: las vocales se estiran hasta lo que su locutor determine y así, una misma palabra semánticamente hablando, puede adquirir un matiz diferente.
Sí, todo este relato nace de un simple pero enigmático café.
La de afuera y la de adentro.
En la de afuera se pegan los carteles
Y en la de adentro está la pantalla.
Entre ambas partes está el alma;
Osea, las películas"
Daniel Salzano
En la antigüedad existió un oficio llamado Espagiria o Arquimia. Quienes lo practicaban disponían de un espacio ambientado y condicionado específicamente con los elementos adecuados, para que diferentes tipos de metales, sales - entre otros -pudieran interactuar entre sí para luego observar y ser testigo de los resultados obtenidos.
Si bien eran variadas las formas de disponer el laboratorio de experiencias, hay tres factores que los hermanaba:
▪︎La paciencia y el respeto al desarrollo de la interacción.
▪︎La contemplación y práctica del arte de vincular metales.
▪︎La intención subjetiva con la cual abordaban dicha aventura
Ahora bien, volviendo al presente, llegué anoche a la ciudad de Córdoba, sitio que, según Tomas, primer persona junto a su madre que me abre las puertas de su hogar, alberga a la segunda institución universitaria más grande y potente del país.
"Dicen que es La Plata pero yo digo que es la de Córdoba" - afirma orgulloso, estudia para el profesorado de inglés y ciencias políticas.
Algo comienza a desmoronarse o fisurarse ni bien arranca este viaje. En ciudad autónoma de Buenos Aires suele decirse que las personas de Córdoba son todos fachos y fachas, es decir que coquetean con creencias donde aplicar la mano dura y el fuego a las ideas populares, socialistas, está permitido.
Tanto la pareja con la que viajo, Pablo y Melan, como Tomas y Yamila, lucen simbologia peronista tanto en discursos como en imágenes que lucen las heladeras.
"Nosotros venimos de desaparecidos" - lanza Tomas mientras le expreso esta sorpresa que experimento al ver que no todo es gorilaje en Córdoba.
De hecho, tengo la fortuna de conocer el cine club municipal, ubicado en el boulevard San Juan, a pocos metros del Patio Olmos. Allí la película que reclama mi presencia es "Quemenlos", un documental donde se busca recordar el coraje y la unión de estudiantes, docentes y movimiento obrero.
El germen de la lucha fue el nuevo sistema de ingreso a la universidad de córdoba donde el mismo era dictado por las fuerzas de poder de turno, es decir gobierno militar.
Es curioso ver como las fuerzas de seguridad, y citando a Eduardo Galeano en relatos de utopía "la justicia es para quienes pueden comprarla", operan en contra del pueblo y a favor del sistema de turno sin importar quien sea quien da la directriz.
El cómo las bombas de gases lacrimogenos, palos y otras armas de fuego generan sorderas en quienes las disparan, ¡oídos sordos al grito de liberación que incluso a ellos mismos podrá alivianarlos!
Todo en piloto automático. Ante determinado estímulo, en este caso, "disturbio o desorden publico" según la tabulacion militar, se ejecuta determinada reacción sin cuestionamiento alguno.
¿Habrá humanos/as detrás de los uniformes?
¿O justamente el problema pasa por querer civilizarnos y, en consecuencia crear sistemas artificiales, para que un equilibrio aparente se sostenga?
Dice un pensador brasilero llamado Viveiro de Castro que en realidad todos de fondo somos humanos, cada ser viviente, y lo que nos diferencia a unos de otros es el grado de animalidad - y cultura - que construimos alrededor del medio en el cual nacemos y vivimos.
Hoy se cumplen 54 años del Cordobazo, movimiento social que debió ser reprimido por el ejército argentino. Aviones de guerra, cañones, metrallas llegaron el 30 de Mayo para censurar lo que a la policía local y provincial les fue imposible.
Sus prisioneros fueron juzgadas por el consejo de guerra.
Es llamativo como la tele o radio logra invertir los roles. Quienes someten son nombrados como liberadores y quienes pregonan por la libertad son los rebeldes que buscan encarcelarnos con sus ideas populares.
Otro dato también resulta curioso.
Mientras camino por las calles del silencioso, familiar y cálido barrio de cofico, doy con una avenida amplia y transitada llamada General Paz.
A diferencia de todo lo que vengo vivenciando es la primera vez que siento la energía de la ciudad autónoma de Buenos Aires en la que crecí.
Colectivos aglomerados, multitud de seres, gritos de compra y venta de dólares, calles peatonales, carteleras con publicidades, teatros, hoteles, gente pidiendo y gente evitando, gente mirando su celular y gente con mirada perdida, gente tranquila y gente apurada.
Experimento una sensación de molestia cada vez que escucho a un bonaerense decir que "Va a Buenos Aires" cuando se dirige a Caba (ciudad autónoma de Buenos Aires). Y la llamo así porque la capital de la provincia es La Plata, caba es como una extensión artificial de baires.
Un injerto que tomó la decisión de instalarse próximo a Lanus, La matanza, Lomas de Zamora, Vicente Lopez, de nimia extensión en relación al total de la República Argentina.
Así y todo, la pequeña gigante logra ser el centro de la atención y el lugar al cual numerosos seres aspiran a llegar para así poder progresar en lo que deseen hacerlo.
Es verdad, la oferta es abismal y está al alcance de la mano las veinticuatro horas del día de lunes a domingo pero el coste invisible de tener todo a disposición es la salud mental.
"El consumo te consume" previene una pared de la Avenida Caseros y José Mármol, límite entre los hermanos barrios de Boedo y Parque de los Patricios.
La insatisfacción está al acecho, las miradas se pierden entre tanta luz artificial.
Algo similar sucede con el barrio de Puerto Madero. Sus lujosos e innovadores edificios cautivan a turistas y residentes pero olvidan que él mismo, al igual que Caba, es un distrito artificial que se instaló a fuerza de "ganarle tierra al río".
Sí, lo que antes era río, muralla líquida de la reserva ecológica ubicada en la costanera sur, hoy en día es un espacio donde el lujo, autos últimos modelos, mujeres y hombres operados, discurren con un corpus de seguridad extremo.
Parece un acto de justicia, o de ecosistema, el ver a sus muñecos de carne y hueso caminar por este barrio hecho de mentiras; la cultura porteña, en algunos barrios, logró vencer al deseo imperialista.
Quiero aclarar que siento un lazo estrecho con mi lugar de origen a pesar de estas palabras que parecen decir lo contrario.
Las pizzerias que pueblan las esquinas, el parloteo incesante, el exceso de fútbol, las radios prendidas, bocinas ante el mínimo fallo del sistema, el putear en la calle al de la vereda o viceversa, las charlas de política y chimentos, el arte urbano que penetra los barrotes dogmáticos, perros meando y cagando en los árboles, encargados de edificio conversando con colegas, la birrita en la vereda conforman una verdadera obra de arte de la que el colapso parece estar a la vuelta de la esquina desde hace varios años.
Lo más más más curioso de este relato aún no lo conté y es que fue inspirado por un café.
Ojo no subestimen este arte de combinar granos molidos (material sólido) con un líquido elevado a determinada temperatura que requiere de numerosas intervenciones de quien lo prepara para obtener como resultado un brebaje de tes oscura y fragancia seductora.
"Se cree que hacer café es poner instantáneo en una taza, agua, revolver y ya está" - dice Efraim mientras vierte 15 gramos de café en una moledora -
Todo muy color de rosa pero nos confieso que ante la oferta de Efra decido declinarla, soy más del Mate que del café.
Pero luego lo escucho hablarle a la amiga de Maxi de granos, moliendas, utensilios específicos, y cae la ficha de que estoy por presenciar algo nuevo: Aquí comienza la magia o la Alquimia.
Primero aparece la pava con cuello de cisne. Esta permite verter el líquido caliente de forma dosificada. Viajo mentalmente a Marruecos. Allí los chai se servían con una boca metálica delgada y curvada al final con la habilidad de hacerlo desde distintas alturas.
Luego es el momento de los granos y su moledor (receptáculo de madera con forma cilindrica que en la tapa, externa al cuerpo principal, cuenta con una manija para girar y asi poder triturar los granos)
Eran granos extranjeros no recuerdo de donde.
"Utilizo una balanza para calcular los 15 gramos correspondientes a una taza de café
Una vez molido paso a la etapa de preparar los objetos donde el material líquido y sólido tendrán su primer y único encuentro.
Coloco la balanza que a su vez es cronómetro. Arriba de ella un envase de vidrio circular con boca ancha. Sobre el mismo un embudo que viste una sabana blanca hecha de papel manteca. La función de este es retener lo sólido para que solo la mezcla - sinergia - de ambos pueda atravesar la frontera.
Lavo el papel con agua, tiro el líquido resultante. Vierto los 15 gramos de grano molido y le riego 45 mililitros de agua.
Primero es necesario agregarle su tercera parte y dejarlo reposar unos minutos" - enseña y comparte Efra.
A partir de aquí es preciso esperar, crear la atmósfera para que puedan tener sus primeras conversaciones de forma paulatina. De estas platicas brotan las primeras burbujas color marrón que precipitan sobre el regazo de vidrio. Luego vierte 15 milímetros más, vuelve a esperar. Y culmina con 30 milímetros más.
Acto final servir el café en tazas.
Recibo la misma y obedezco la sugerencia de Efra. Dejo que mi nariz se impregne por su aroma, cedo ante la calidez de la taza y sumergo el labio inferior, le abro una de las puertas del cuerpo para que pueda bañar de estímulo las papilas gustativas.
Me pregunto si en Caba podríamos vivir de esta forma, dejar el piloto automático, conectar con los procesos, permitirles ser en lugar de exigirles algo.
Convertirnos en granos de café donde el liquido infusionado sean los estímulos externos con los cuales solemos interactuar de formar cotidiana y que la "mano" que guíe nuestros pasos sea paciente, amorosa y comprensiva.
En esta provincia Argentina hasta el lenguaje es susceptible de ser alquimizado: las vocales se estiran hasta lo que su locutor determine y así, una misma palabra semánticamente hablando, puede adquirir un matiz diferente.
Sí, todo este relato nace de un simple pero enigmático café.
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