República de laa Booooooocaaaaaaaaaaaaaa
Domingo 25 febrero 2024
Se
acerca, rebota lentamente contra el sólido concreto. Escucho su indistinguible
sonido y giro la cabeza, la espero con ansias. Ella discurre tranquila, sabe -
en sus adentros - que la voy a recibir con las piernas dispuestas.
En
general suelo usar la izquierda para casi todo. Dibujar una pisada, visualizar
un pase, la derecha es menos sutil, más bruta o con menos complejos de ser
Ahora
sí, la pelota está al alcance de la pierna. Giro 90 grados. La acaricio con la
suela y realizo un certero pase con el borde externo de la pierna izquierda.
El
padre esboza un agradecimiento y su semblante también lo reproduce. Ya no sé si
es a mí a quien lo hace o más bien por la felicidad que experimenta al estar
jugando a la pelota con su hijo.
Este
no lo sabe, su hijo, ensimismado en hacer buenas jugadas o tiros o pases, en
pocas palabras deslumbrar a papa.
Es
decir, no puede discernir, gracias al exceso de ganas de ser hábil en eso que
sabe que al padre lo puede, que el padre ya está feliz de compartir con su hijo
su amor por la pelota.
Una
cosa es el futbol, con sus reglas, límites y exigencias; pero otra cosa muy
distinta es la pelota.
Esta
última logra disfrutar cada contacto, sea de la índole que sea, es agradecida
por el simple y concreto hecho de estar ocupando el rol de juego o, en este
caso, medio para que un padre pueda compartir alegrías con un hijo o hija.
En
este momento de la jornada, el padre le muestra como pisar la pelota, como
convertir su pie en un pincel. Porque el jugar a la pelota, al igual que otros
tipos de expresiones corporales, es un arte.
Un
arte donde él o la artista utiliza la pelota como colores, el cuerpo como
pincel y un parque o calle o potrero o estadio como lienzo.
¿Cual
será el motivo que nos provoca olvidar los orígenes del primer contacto, de la
primera sensación?
¿Los
exigentes del futbol - y de la vida en todos sus aspectos - sufren de amnesia o
son los múltiples estímulos que los distraen con lo efímero de la novedad?
Un
artista colombiano llamado Mauricio compartió que la adicción depende más del vínculo
que el sujeto establece con el objeto que de la capacidad que tiene el objeto
de estimular la adicción.
Si
bien existen algunos que despiertan en los cuerpos mayores sensaciones, la decisión
depende de quién decide relacionarse con el objeto en cuestión.
A
temprana edad consumimos lo que la familia y entorno cercano nos ofrece. Aquí
se crean los primeros circuitos de hábitos y conductas.
También
esta lo que la sociedad avala, estimula y valora como formas de bien o de mal,
correctas o incorrectas; una especie disfrazada del premio y castigo que se
aplica desde la antigüedad.
Nietzsche,
en su genealogía de la moral, encuentra este patrón de bueno o malo, en los
reyes y reinas de los pueblos ciudades. Estos y estas eran admirados por la
plebe, sus estilos de vida obnubilaban sus sentidos y de esta manera cada acción
realizada era susceptible de ser inferior frente a la majestuosidad de los
palacios.
Los
reinados, feudalismos, monarquías dejaron de ser formas de gobierno, pero la
manera en la cual una ciudad se maneja sigue adoptando relaciones similares.
Ahora
los modelos a seguir son aquellas personas que consiguen la fama o alcanzan algún
tipo de estándar elevado según la mirada de la época.
Es
decir, cuando son los reyes o reinas en algo que la sociedad - no así las
personas - admiran como tal.
¿Como
que la sociedad sí, pero las personas no? Si la misma está compuesta por
individuos e individuas.
¿Es
lo mismo desear algo por deseo genuino que hacerlo porque hay un algo - externo
- que te guía a desear aquello que deseas?
Tal
vez las maneras que utilizamos para vincularnos con los objetos sean a pesar de
nuestras voluntades (como es el caso de los y las bebes).
Tal
vez la adicción - la incapacidad de decir algo - sea una armadura que
utilizamos para sobrellevar la angustia que nos genera el ser alguien que en
realidad no somos pero que nos dijeron que teníamos que ser.
Tal
vez la culpa no siempre sea del otro (objeto - agente externo) sino más bien se
trata de asumir la responsabilidad, junto con las acciones, reflexiones y
decisiones que esto conlleva, de animarnos a ser, es decir agradecer las
simples cosas de la vida.
Inspirada
por ella, la pelota...
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